El bien y el mal

Ese “bien” que resultaría de ganarle la batalla a la maldad,
no sería algo completo.
Sería fragmentario, solo una parte, limitado.


Estaría perseguido alternadamente, irremediablemente,
por su complemento. En ciclos de bien y mal,
de luz y sombra, de lucidez y confusión.


No es posible conocer el verdadero bien mediante la negación del mal,
corrigiendo, reprimiendo, con leyes de conducta,
mandamientos, penitencias, castigos, arrepentimientos,
ni con las recomendaciones de un gurú de como vivir
según su propio entendimiento.


El Bien es la Unidad misma, cuando ni siquiera veo los opuestos.
Es el Cielo. Y está siempre disponible, no era ningún premio.
Y el infierno es justamente cuando me lo pierdo por no estar atento.

Para hablar del mal no es necesario hacer referencia
a alguien que roba, abusa o asesina.
Veamos esa lucha del bien y el mal que se da a diario
en cada uno de nosotros,
en nuestra forma de verlo todo,
en nuestro discurso interno.


Porque hemos estado transitando la vida categorizando
si está bien o está mal lo que me sucede,
o si es correcto o incorrecto así como estoy siendo,
o si es buena o mala la actitud de los que observo,
utilizando para ello patrones:
opiniones, conclusiones y puntos de vista.
Y tan arraigados los tengo
que entiendo la vida en términos de bien o mal,
juzgando y evaluando lo que llega,
desperdiciando un montón de energía
y generando conflicto en mi día a día,
porque no olvidemos, el entorno refleja lo que pasa adentro.

O sea, no es como está siendo mi vida la cuestión,
sino cómo está siendo mi visión de ella.
Y ahí comprenderé que la estoy eligiendo,
desde mi ego.
Lo que me hará ver como “negativas” algunas cosas que llegan,
porque no coinciden con las que yo elegí.
Y vendrá la frustración, infelicidad y falta de sentido.
Más infierno.

En la Naturaleza, no hay ni bien ni mal, 
el tigre no es más malo que el ciervo, 
aunque se lo coma. 
Así como la planta que busca la luz
o el ave que migra, que no duda de su recorrido,
los seres del mundo animal y vegetal 
se orientan automáticamente hacia el bien 
guiados por una potente Fuerza.
Excepto el humano, que elige
según su propio interés 
o lo que él percibe como bueno
bloqueando por completo con su pensamiento, en un acto de soberbia,
la sabiduría infinita de una Fuerza inmensa.

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